Anda alborotado el gallinero del PP intentando estigmatizar a C’s por haber alcanzado un acuerdo basado en buena parte del programa con que Ciudadanos se presentó a las elecciones y en aplicar reformas.
La gran paradoja es que desde el PP –tan crítico con el pacto alcanzado por C’s- llevan meses proclamando que quieren pactar con el PSOE y si no lo han conseguido de momento ha sido únicamente porque el PSOE no ha estado por la labor, hasta el punto de que ya se ha perdido la cuenta de las veces que desde el PSOE han dicho “no” al PP, o le han dado la callada por respuesta, aunque finalmente admitan sentarse con el PP –en buena medida gracias a los esfuerzos mediadores de Ciudadanos, consciente de la mayoría necesaria para reformar la Constitución- únicamente para que los del PP “no se sientan víctimas”, según dicen desde el PSOE.
Independientemente del apasionado debate en que se han enzarzado las dos formaciones políticas más grandes de España sobre quien es más corrupto (el PP según el PSOE y el PSOE según el PP), C’s es consciente de que con 40 diputados no se puede Gobernar un país en solitario y sin embargo ha de formarse un gobierno, por complicado que sea cuando resulta que dos de los principales actores están muy tocados por la lacra de la corrupción y el otro (Podemos) tiene una manifiesta incompatibilidad con el resto por las veleidades separatistas de algunas de sus confluencias, lo que le obliga a hacer filigranas proponiendo referéndums de autodeterminación que son una “línea roja” para los demás partidos.
Y eso sin contar su doble discurso al presentar tales referéndums como un paso hacia la independencia ante los separatistas o como una medida para continuar unidos, según el público objetivo al que se dirijan; los otros devaneos podemitas con formaciones que han dado cobertura política al terrorismo como “Bildu” o que cuando Podemos se quita la careta de la “transversalidad” su evidente talante ultra izquierdista filocomunista y/o bolivariano hace que sean percibidos –con razón- como una amenaza para el Estado de Derecho por los partidos constitucionalistas.
La carga de agresividad de Podemos y los excesos verbales de Pablo Iglesias han levantado ampollas en amplios sectores del PSOE y el pacto de Ciudadanos ha tenido el positivo efecto de poner de relieve las distancias que existen entre las dos principales ideologías subyacentes en Podemos que son el anarquismo y el marxismo-leninismo y la socialdemocracia del PSOE. Ciudadanos también ha tenido la virtud de dejar bien clara su incompatibilidad ideológica con algunos postulados de Podemos, ya que prácticamente las únicas coincidencias –con ser importantes- se limitan a la lucha contra la corrupción y la adopción de medidas para regenerar la vida política.
Por otra parte es muy natural que un partido que hace bandera de ese regeneracionismo y lucha contra la corrupción como es Ciudadanos tenga todas las reservas del mundo a la hora de apoyar de ninguna manera la investidura de Rajoy, que alguna “culpa in vigilando” tendrá sin duda en la corrupción que invade sistemáticamente muchos ámbitos de su partido y en el mismo PP hay voces que se pronuncian –discreta y no tan discretamente- en el sentido de que Mariano Rajoy debería apartarse para facilitar la gobernabilidad de España.
El pacto de Ciudadanos se ha fundamentado en ideas, programas, medidas y reformas, las propuestas del PP y Podemos se han basado en sillones (la presidencia del gobierno en el caso de los primeros y la vicepresidencia y varios ministerios en el caso de los segundos), pero la gran contradicción del PP está en intentar denostar a Ciudadanos por alcanzar unos acuerdos con el PSOE que desde el mismo PP no han tenido ningún recato en proclamar a los cuatro vientos que ellos mismos desean alcanzar desde el instante mismo en que se conocieron los resultados de las últimas elecciones.
Autor: Joan Triay