Estoy seguro que cuando Jesús Caldera anunció sus medidas de legalización de inmigrantes, haciendo incluso declaraciones en países de origen, no se refería al mensaje bíblico que llamaba a dejarlo todo para seguir al Mesías. Decía Hume que «todo razonamiento relativo a cuestiones de hecho parece estar fundado en la relación causa-efecto. Sólo por medio de esta relación podemos ir más allá de la evidencia de nuestra memoria y de nuestros sentidos». Memoria y sentidos de no conocidos consecuencias para el Ministerio de Asuntos Sociales, cuando para ordenar el problema de los inmigrantes y su regularización lo plantea desde la regularización masiva. La causa de esta es el efecto llamada de consecuencias conocidas por haber sido llevadas a cabo. Llamar efecto colateral a los cayucos, diciendo que la búsqueda era aumentar el PIB del país con los inmigrantes, no deja de ser un ejercicio de funambulismo antieconomicista. La regularización buscaba legalizar y hacer armónicas las relaciones entre los habitantes. El PIB aumenta puesto que hay más mano de obra y más producción, pero la economía se resiente al existir menor renta per capita por aumentar los no cualificados, así como el aumento de costes sociales y sanitarios a medio y largo plazo.
Si la oferta a la máxima del presidente que la causa de la pobreza en el Tercer Mundo es por la acción de Occidente, constituye que las mafias actúen colocando a su suerte en España a los desheredados de la Tierra, es tener poca consideración para con ellos como seres humanos. Así los definió ZP en Lanzarote. Menos consideración aún, definir la tragedia como efectos colaterales. Tragedia que suponen por la «llamada» más de 500 cadáveres reconocidos en el mar, y 3.000 estimados por las organizaciones humanitarias.
Estos seres humanos que acudieron a la irresponsable llamada de consecuencias visibles, no dispondrán ya de la memoria de la causa-efecto de Hume, pero sí la tienen quienes avisaron -sobre todo de la UE- el grave error que significaba la causa de la regularización masiva que tendría como consecuencia el efecto llamada.
José Carlos Navarro Muñoz,
Mérida (Badajoz), 2 Septiembre 2006.
Fuente: José Carlos Navarro Muñoz.